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Esta noche

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Un golpe seco de la puerta del patio le despertó. Apenas ya quedaba rastro de la noche tras la ventana, pero Lucia seguía durmiendo a su lado. Sintió la tentación de despertarla y hacerle el amor. En la mar, los días son duros en el trabajo y las noches eternas en la soledad, y esta última temporada en el “Anjana” había sido especialmente dura y solitaria. Nada más abrir las sabanas sintió la estupenda sensación, ya olvidada, de los veinte años, y no solo por la evidente y manifiesta alegría escondida en sus bóxer, la cual con toda seguridad, despertó el perfume de la piel desnuda de Lucia.  En esa extraña mañana soleada de otoño, igualmente extraño era despertar sin los dolores que la mar deja en los huesos de sus saqueadores. Pero aquella extraña mañana de otoño los dolores no estaban ahí.  Después de la tormenta llega la calma, y al igual que la terrible marejada de la noche anterior trajo esa maravillosa mañana de otoño, los gritos de la última batalla ganada a Lucia dejab...